Crónicas gira Flamingos

Sala La Mirona – Girona

© Arual

«y este es mi sitio y esta es mi espina…»

El pasado nos guía a un nuevo encuentro con el presente. Las raíces se cuelgan del retrovisor y las ruedas se desgastan a un ritmo conocido por todos.

La espera llena la acera de largas horas y acogedores momentos, la vista se emociona al volver a ver el paisaje con aroma a rock and roll cabaretero que viste el cielo, y los oídos vibran al poder escuchar los toques previos al concierto.

13 de junio del 2003,el calor de un largo día remueve los nervios a las once en punto de la noche… los focos de » La Mirona » se encienden para dar paso a un nuevo asalto. Una voz de fondo ya conocida empieza a sonar mientras que los músicos se colocan en sus respectivas posiciones del «ring», y en el transcurso de unos 10 segundos el contrincante honorífico sale a enfrentarse a un público eufórico y ansioso.

Acostumbrados a su clásica imagen de negro-rojo y lentejuelas, Enrique nos asombra con una imagen renovada desde el moderno oeste y una singular barba.

Coincidiendo con el señor Flamingos, la noche empieza con » el club de los imposibles» donde Bunbury nos vuelve a sorprender con un movimiento técnico de combate: una rápida esquiva por el escenario, un simulado ataque y un juego de piernas casi inédito.

Seguida de la exclusiva » bellísima», el sinvergüenza recuperó temas de sus anteriores trabajos dedicándolos, como no, a la » maravillosa» música de la que actualmente gozamos y a los aires políticos que soplan o soplaran a favor.

Regalándonos una extraña mezcla entre » ¿dudar?,quizás» con » hermosos y malditos» y un sonido con colores de Reggae de » en brazos de la fiebre» la velada fue subiendo de tono y de merecerísimos aplausos.

Fue la colaboración de Adriá Puntí con el tema » si» quién nos hizo entender que el concierto se encontraba en el ecuador del final.
Unos 110 minutos llenos de piropos, ecos y peticiones, puños elevados bailando al mismo compás de las canciones, recuerdos y labios tarareando una y otra vez el arte que todos deseábamos saborear.

Finalmente la despedida logró ser tradicional al iluminarse el escenario entre chispas adecuadas. Un gesto de confianza, una tímida gratitud, y un cansancio ya visible dio la conformidad para que una vez más Enrique Bunbury se ganara el título mundial del asalto.

…..Y al final, sí puedes contar con todo tu público siempre y cuando nos dejes estar enganchados a ti y sigas transportándonos a un mundo feliz.